Jugar no es malo, al revés, interviene en los procesos de maduración y aprendizaje; nos permite aprender a respetar reglas; a tener en cuenta las capacidades del oponente y las propias; nos hace pasar un buen rato… El problema surge cuando se convierte en una adicción.
Según un estudio reciente de la Universidad Carlos III de Madrid el 81% de la población adulta española ha participado en juegos de azar durante el último año.
Lo más preocupante es que somos el país europeo con mayor número de jóvenes adictos al juego, a pesar de que es ilegal apostar o jugar en casinos antes de la mayoría de edad.
Juan tiene 45 años. Cuando era niño, sus padres solían salir por los bares del barrio en los que se reunían con sus amigos. Mientras sus padres bebían y charlaban, Juan se acercaba a observar las máquinas tragaperras. Ver cómo aquellos rodillos giraban era una experiencia casi hipnótica para él.
Le fascinaba observar cómo las imágenes frutales se alineaban en distintas combinaciones y cómo las fuentes de monedas caían alegremente haciendo ese ruido metálico.
Un día, un amigo de sus padres recibió la mayor cantidad de monedas que Juan había visto juntas antes. Lo celebraron todos los amigos gastándose el dinero en copas. Aquellas imágenes se quedaron grabadas en su memoria.
Un día, con apenas 7 años, no lo pudo evitar y empezó a robar monedas a su madre para irse solo al bar a jugar. Alguien se lo contó a su padre. Además de una gran bofetada, Juan se quedó sin salir en todo el verano. Así que durante muchos años se olvidó de aquellas máquinas de colores. Pero aquella semilla ya había germinado en él.
Recién pasados los 30 años, Juan fue con sus amigos a un casino en pleno centro de Madrid a celebrar una despedida de soltero. Aquel día estaba de suerte. Con el dinero ganado siguieron toda la noche de fiesta. Esto le dio una enorme sensación de satisfacción. Se volvió a reactivar su interés por el juego.
Comenzó a jugar con frecuencia, dedicando cada vez más tiempo y dinero a aquella actividad. De esta forma sentía que por momentos se olvidaba de que su vida no funcionaba y volvía a sentir aquellas emociones intensas que sentía de niño.
El caso de Carlos, un joven de 22 años, es diferente. Comenzó a interesarse por las apuestas deportivas por internet mientras estudiaba su carrera.
Al principio, fue una forma emocionante de ganar un dinero extra, añadiendo emoción a aquellos eventos deportivos que tanto le gustaban. Eran apuestas ocasionales y con poco valor. Pero a medida que se familiarizaba más con las plataformas de apuestas comenzó a pasar más tiempo analizando las probabilidades de ganar.
Cuando terminó la carrera disponía de más dinero, así que podía invertir más dinero. Cada vez le fascinaba más la adrenalina que sentía al ver los resultados.
Tanto Juan como Carlos cada vez hacían apuestas más arriesgadas, con sumas mayores de dinero, en un intento de revertir sus malas rachas.
Llegaron a acumular deudas a las que no sabían cómo hacerles frente, poniendo su vida en peligro. Ambos ocultaron su adicción a sus parejas, generando una progresiva desconfianza y distanciamiento. Descuidaron también las relaciones con amigos y familiares.
Pero esto no les importaba demasiado. Su única preocupación era obtener más dinero para seguir jugando. Su situación económica se volvió insostenible.
Todo esto les generó un alto nivel de estrés y ansiedad, que les llevó a caer en una profunda depresión, desbordados por sentimientos de culpa y desesperanza. Se conocieron en un centro de rehabilitación para adictos al juego.
La adicción al juego, también conocida como ludopatía, se caracteriza por la necesidad de jugar de forma compulsiva. Se suele comenzar con el objetivo de conseguir dinero de manera inmediata (razón por la que las casas de apuestas proliferan en los barrios más humildes de las capitales). Luego se apuesta cada vez más dinero para satisfacer lograr la misma emoción que sentían al principio.
Hace un par de décadas, el jugador clásico era un hombre casado de entre 35 y 45 años, adicto a la máquina tragaperras. Sin embargo, los hábitos de adicción al juego en los jóvenes entre 18 y 30 años han cambiado mucho últimamente.
Según un estudio de la Universidad Pablo de Olavide se ha producido un aumento de las apuestas online de tipo deportivo. Se juega más desde dispositivos electrónicos conectados por internet. Además, los locales de apuestas online han proliferado muchísimo.
Los principales síntomas de la ludopatía son los siguientes:
Hay distintos estudios en los que se han encontrado antecedentes familiares y socioemocionales como factores de riesgo para la ludopatía (y otras adicciones). Para combatirlo, hay diferentes enfoques terapéuticos, dependiendo de las necesidades individuales:
Ayudar a una persona adicta al fuego puede ser un proceso complejo. Algunas sugerencias son:
Las dinámicas familiares, las relaciones con los padres y los eventos traumáticos pueden desempeñar un papel clave en las conductas adictivas.
La adicción al juego puede ser una vía de escape para huir de conflictos emocionales o traumas no resueltos. Por ello, el terapeuta debe trabajar para identificar estas defensas y desarrollar estrategias más adaptativas para hacer frente a los conflictos. Debe trabajar para establecer una relación de confianza y seguridad que permita al paciente expresar y comprender sus sentimientos más profundos.
Cada persona y cada situación son diferentes. Por eso siempre es recomendable pedir ayuda a un psicólogo para obtener orientación en estos casos. También puedes consultar nuestra guía y comprender mejor el complejo mundo de las adicciones.
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