Al igual que muchas otras personas, seguro que has escuchado alguna vez las siguientes frases: “Mañana me toca trabajar…qué depresión tengo”, “Me han cancelado las vacaciones…qué depresión me ha dado”, etc.
Coloquialmente, utilizamos el término “depresión” en nuestro día a día para referirnos a que nos sentimos tristes porque algo no nos va bien en ese momento, pero la realidad de la depresión es mucho más compleja, llegando a anular y pudiendo poner en riesgo la vida de la persona afectada. La depresión provoca sufrimiento a quien la padece y a todo su entorno más cercano.
Las personas que padecen depresión habitualmente presentan humor depresivo (desesperanza, vacío emocional y sensación de estar dentro de un túnel y no ver salida), anergia (sentirse agotado, como una pila descargada), discomunicación (se sienten solas) y ritmopatía alterada (tanto en sueño como en alimentación), sintiéndose que “han caído al fondo del pozo…y que no tienen fuerzas para salir”.
Las personas con depresión informan que les falla la memoria y la atención, que les cuesta mucho pensar y sobre todo tomar decisiones. Carvalho et al. (2014), efectivamente encontraron que el trastorno depresivo mayor se asociaba con una disfunción cognitiva en la que varios dominios se veían afectados: atención, memoria, funciones ejecutivas y velocidad de procesamiento.
Si después de leer este artículo, crees que puedes estar “entrando” o “tener” una depresión, no dudes en pedir ayuda a un psicólogo, ya que se dispone de diferentes tratamientos efectivos para ayudarte a superarla y disfrutar de una buena calidad de vida.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales -DSM V utiliza los siguientes criterios para definir un episodio de depresión mayor (APA, 2013):
Estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día donde la persona experimenta sentimientos de tristeza, vacío emocional, desesperanza porque no encuentra salida. En adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable.
Pérdida de interés o de placer, por las cosas con las que antes disfrutaba.
Actualmente, los expertos informan que la causa de la depresión no tiene un origen único, sino que se debe a la interacción de diferentes factores que afectan de forma negativa a la persona:
En la actualidad se dispone de un amplio abanico de tratamientos para la depresión que han demostrado ser efectivos en mayor o menor medida: terapias psicológicas (TCC, EMDR, etc.), terapias farmacológicas, terapia electroconvulsiva (TEC), terapia de estimulación magnética transcraneal (TMS), etc.
Hoy en día, el abordaje terapéutico que ha demostrado su eficacia de forma empírica y ha obtenido mejores resultados es el tratamiento con terapia cognitivo conductual (TCC) y el farmacológico (antidepresivos). Estos tratamientos no son excluyentes, sino que dependiendo del diagnóstico diferencial se podrá optar por utilizar uno o los dos de forma combinada. Así mismo, Según Aneiros et al. (2012), informan que actualmente la terapia EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) constituye una buena elección para el tratamiento de la depresión cuando la aparición de este trastorno se debe a los acontecimientos vitales estresantes anteriores a la misma.
Cuando una persona acude a consulta, en primer lugar, es necesario llevar a cabo una evaluación completa del caso para poder realizar un diagnóstico diferencial:
Los tratamientos deben ser individualizados y es de vital importancia que el paciente colabore de forma activa con los psicoterapeutas.
En la depresión leve, el sujeto todavía es capaz de participar ya que la sintomatología que presenta es más leve, pero en la depresión moderada o grave, el sujeto se siente incapaz de participar debido a la sintomatología tan intensa que sufre.
Cuando la sintomatología manifiesta es más grave, por un lado, la medicación nos va a ayudar a elevar y estabilizar el estado de ánimo cuando no es posible lograrlo por otros medios y por otro lado la terapia psicológica nos va a proporcionar las herramientas necesarias para poder salir de la depresión y enfrentarnos en el futuro a estas situaciones de forma más adaptativa, con el objetivo de prevenir recaídas.
La depresión afecta a un porcentaje alto de la población y es considerada la primera causa de suicidio. En la actualidad se cuenta con tratamientos que han demostrado su eficacia ante este trastorno, logrando llegar a estabilizar los síntomas o curarlos.
En muchas ocasiones la persona afectada no es capaz de pedir ayuda, por eso es muy importante que su entorno más próximo lo haga por ellos, es decir, habitualmente podemos observar que nuestro ser querido está y se comporta de forma diferente, que ya no se ríe, que llora de forma continua, que ha abandonado el deporte que tanto le apasionaba, que no sale de su cuarto, que no tiene ganas de hablar, que no se arregla como lo hacía antes, que no sale con sus amigos, etc. Además, cuando se le pregunta a la persona ¿te pasa algo, va todo bien? Ésta no es capaz de identificar que tiene un problema y nos suelen responder que no nos preocupemos, que todo va bien.
Ante la presencia de este tipo de sintomatología debemos sospechar que algo no va bien y por ello es necesario pedir ayuda profesional lo antes posible.
Cuanto antes se detecte el problema y se intervenga de forma efectiva, mejores resultados se obtendrán, ahorrando sufrimiento a las personas que la padecen y a su entorno más cercano. Si quieres conocer más información sobre la depresión consulta nuestra guía: “Guía integral sobre depresión: entendiendo, afrontando y sanando a través de la psicología”.
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