La agorafobia es un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo o ansiedad intensa provocados por la exposición real o anticipatoria a una amplia gama de situaciones o lugares donde se interpreta que el escapar podría ser difícil o podría no disponerse de la ayuda necesaria en el caso que aparezcan síntomas tipo pánico u otros síntomas incapacitantes o embarazosos.
La intensidad de ese miedo experimentado puede variar con la proximidad a la situación temida y puede ocurrir en anticipación o en presencia de la situación agorafóbica. Así, las personas con agorafobia tienden a evitar situaciones como espacios abiertos, transporte público, sitios cerrados, hacer cola, estar entre multitudes o ir a aquellos lugares donde se puedan sentir atrapadas o incapaces de poder escapar.
En el DSM-5, que es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la agorafobia se encuentra recogida en la sección denominada “Trastornos de ansiedad” bajo el código diagnóstico 300.22 (F40.00).
Dentro del propio apartado del DSM-5, encontramos distintos criterios que son una serie de características y síntomas que se utilizan para establecer el diagnóstico específico de un trastorno mental. Estos criterios proporcionan pautas claras y específicas para que los profesionales de la salud mental puedan evaluar y diagnosticar de manera precisa a las personas que presentan síntomas y problemas de salud mental.
Los criterios diagnósticos describen los síntomas que deben estar presentes, la duración y la frecuencia de los síntomas, y los factores que deben excluirse antes de realizar un diagnóstico específico.
Son, por ello, una herramienta importante para ayudar a los profesionales de la salud mental a clasificar, diagnosticar y tratar los trastornos mentales de manera consistente y basada en evidencia. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los criterios diagnósticos son solo una guía y no deben utilizarse de manera aislada. Un diagnóstico adecuado debe basarse en una evaluación integral que incluya información clínica, historia personal y otros factores relevantes, por lo que debe ser llevado a cabo por un profesional de la salud mental cualificado.
Criterio A: establece los diferentes tipos de situaciones o lugares en los que una persona puede experimentar miedo o ansiedad intensa si padece agorafobia. Estos criterios se dividen en cinco categorías:
Los ejemplos para cada situación no son exclusivos, ya que se pueden temer otras situaciones sin que eso afectara al diagnóstico, aunque sí que habría que tener en cuenta que, para poder realizarlo, se requiere la presencia de al menos dos de estos criterios específicos o similares.
Además, existen otra serie de criterios que habría que tener en cuenta para poder llevar a cabo el diagnóstico, y que incluyen otras ideas o creencias asociadas a las situaciones del Criterio A y que requieren:
La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es un enfoque psicoterapéutico basado en la idea de que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos están interconectados y pueden influenciarse mutuamente, por lo que es el enfoque que mayor evidencia empírica posee. La evidencia empírica hace referencia a los resultados de investigaciones científicas que respaldan la eficacia de esta forma de terapia en el tratamiento de la agorafobia. Estos estudios suelen seguir un diseño riguroso y utilizan métodos estandarizados para evaluar la efectividad de la TCC.
Algunos de los componentes clave en el tratamiento de la agorafobia son:
El pronóstico de la agorafobia puede variar dependiendo de varios factores, como la gravedad de los síntomas, la duración del trastorno, la presencia de otros trastornos de salud mental y la disponibilidad y adherencia al tratamiento.
Sin intervención psicológica, la agorafobia tiende a ser un trastorno de curso crónico y que, además, tiende a empeorar con el tiempo ya que las conductas de evitación y escape de los lugares agorafóbicos temidos tiende a extenderse, abarcando cada vez más situaciones y deteriorando de esta forma el bienestar y la calidad de vida de la persona que lo padece.
Con la psicoterapia adecuada, las personas tienden a experimentar una reducción significativa de los síntomas y llegando, incluso, a la remisión completa del trastorno.
En algunos casos, podría requerirse el uso de ciertos medicamentos, como los antidepresivos o los ansiolíticos, que pueden utilizarse en combinación con la terapia para el manejo de los síntomas. Sin embargo, la medicación por sí sola no trata las causas subyacentes de la agorafobia, y el mejor enfoque es combinarla con la terapia.
En conclusión, la agorafobia es un trastorno complejo que involucra un miedo intenso y desproporcionado a lugares específicos y que puede limitar la calidad de vida de las personas que la padecen.
La TCC, especialmente la terapia de exposición y prevención de respuesta ha mostrado consistentemente resultados positivos en la reducción de los síntomas de la agorafobia al abordar tanto los aspectos cognitivos como los conductuales asociados al trastorno.
Por ello, se hace indispensable buscar la ayuda de un psicólogo capacitado en el tratamiento de la agorafobia, para poder realizar una evaluación adecuada, proporcionar un diagnóstico preciso y ofrecer un tratamiento personalizado en función de los factores personales asociados al problema. Si quieres saber más la agorafobia puedes consultar nuestra guía: “Encerrados en la libertad: entendiendo y superando la agorafobia”.
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