En las relaciones que mantenemos en nuestro día a día, como puede ser con nuestros amigos o pareja, o incluso con los desconocidos, la forma de comunicación puede ser más importante que el mensaje en sí mismo. Por eso, si alguna vez has ido a psicoterapia o si te interesa la psicología en general, es bastante probable que hayas oído hablar de los estilos de comunicación
Los estilos de comunicación son la forma que tenemos de transmitir lo que necesitamos, y se han descrito 4 tipos:
Aunque depende de la situación, este último es el estilo más deseado de comunicación, y es el que tenemos que desarrollar en la mayoría de nuestras relaciones.
La asertividad, al respaldarse de una serie de derechos que tenemos todas las personas, nos permite actuar de una manera coherente, sin hacernos daño a nosotros ni a los que nos rodean. Estos derechos son los llamados “derechos asertivos”, y conocerlos facilita una buena aplicación de la asertividad. Algunos de estos derechos son:
Puede ocurrir que los demás no entiendan o no quieran entender nuestros derechos o algunos de ellos, como suele ocurrir con estos dos: “decir que no sin sentirte culpable” o “cambiar de opinión o de decisión”. Por eso es importante que, conociéndolos, nos mantengamos firmes ante situaciones o personas que los amenacen.
Cuando queremos decir las cosas sin ofender al otro, hay que tener en cuenta algunas cosas:
Teniendo en cuenta estos dos puntos, las recomendaciones para que la otra persona no se ofenda y pueda entender lo que le estamos transmitiendo, son las siguientes:
La fórmula más adecuada para transmitir una idea, en base a lo que se ha hablado en este artículo, sería la siguiente:
“Yo me siento______ (emoción) cuando haces _______ (conducta). Por favor, haz para evitar que suceda ________ (problema). Si la situación continúa yo haré__ (consencuencia)”.
Una vez conozcamos los diferentes estilos comunicativos, los derechos asertivos que respaldan la comunicación más deseada, la forma de disminuir el ataque personal y la ofensa del que tenemos delante, y la fórmula a seguir para transmitir las cosas, podemos empezar a practicar la asertividad.
Puede ser que al principio no nos salga, nos cueste mucho, nos genere mucha culpa o no sepamos cómo manejar el enfado de la otra persona. Por eso es importante ser paciente con uno mismo y respetar nuestros ritmos de aprendizaje. Y, si se nos hace muy complicado, siempre podemos acudir a un psicólogo que nos oriente.
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