Una agresión sexual puede definirse como un acto en el cual una persona utiliza la fuerza, coerción o traspasa el consentimiento de la otra persona para involucrarla en algún tipo de acción sexual. Se trata de un comportamiento humano que puede clasificarse por gravedad o por el contexto en el cuál ocurre.
Podemos hablar de algunos ejemplos como:
La conducta de abuso sexual se trata de una violación grave de los derechos y la integridad de una persona. Además de las consecuencias físicas, puede tener grandes impactos emocionales y psicológicos significativos en la víctima.
El respeto y consentimiento mutuo y voluntario es esencial en cualquier actividad sexual.
En España, tras la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual en 2022 desaparece la distinción entre abuso sexual y agresión sexual, y todo acto sexual sin consentimiento pasa a ser calificado como agresión sexual, con un sistema progresivo de penas proporcionales a la gravedad del delito cometido.
Los delitos registrados contra la libertad sexual han aumentado en 2022 en España un 13% con respecto al año anterior. En total en 2022 se contabilizaron 17.389 delitos contra la libertad sexual.
El abuso sexual puede ser perpetrado tanto por hombres como por mujeres, aunque es importante saber que las estadísticas a menudo apuntan hacia un mayor número de casos donde los agresores son hombres. Esto no significa que todas las víctimas sean mujeres ni que todos los agresores sean hombres.
Los datos estadísticos están sesgados por distintos motivos y varían por contexto y tipo de delito. Además el abuso sexual está subreportado, debido al estigma, el miedo a posibles represalias y otras barreras para denunciar. Es muy importante abordar esta temática desde el interés genuino en abordar las reales causas subyacentes para así trabajar hacia la prevención y el apoyo a los agredidos.
El abuso sexual es un suceso traumático que se vive de un modo muy personal y diferente dependiendo de diversos factores como la edad, la conciencia, la recurrencia del abuso, la cercanía con el agresor, etc.
Lo primero es priorizar la seguridad habiendo amenazas tratando de buscar ayuda de emergencia o contactando a las autoridades.
También es prioritario el bienestar emocional para decidir si enfrentar a un abusador o no.
Es importante conocer que cada persona en función de sus patrones de personalidad y rasgos, historia previa de aprendizajes, factores predisponentes, etc, tendrá una respuesta y reacción distinta. Por tanto, no existe un conjunto específico de características que puedan aplicarse a las víctimas.
Algunos efectos comunes:
De cara a alguien externo es muy importante para ayudar a una persona que haya vivido un evento similar tratar de escuchar y validar sus sentimientos dando un espacio seguro y sin juicios donde se validen sus sentimientos y creencias no culpando ni cuestionando su reacción; ofreciendo apoyo emocional, respetando su tiempo y decisiones y animando a buscar ayuda profesional.
Tratar de ofrecer ayuda práctica, animándole a buscar recursos legales y psicológicos es fundamental.
Hay que recordar una vez más que cada persona responde de un modo distinto por ello es vital adecuar la intervención a la persona siendo lo más sensible con sus necesidades individuales globales.
Referencias
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