La ONU en 1995, definió la violencia de género como «Todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada».
En la Ley Orgánica 1/2004, se informa que “La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”.
La violencia de género, al igual que otros tipos de violencia, atenta contra los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas que la padecen. Diferentes estudios realizados parecen indicar que la violencia de género sigue un patrón denominado Círculo de la Violencia.
Lograr tomar conciencia del problema y conocer las fases del Círculo de la Violencia nos ayuda a entender lo que estamos viviendo y a pedir ayuda profesional para poder salir de esa situación y lograr una vida plena y de calidad.
Leonor Walker (1979), expuso de forma científica en su libro “Teoría del ciclo de la violencia” la idea de que la violencia no se producía de forma aleatoria, sino, que mantenía un patrón y que este seguía las siguientes fases:
En esta fase la tensión va aumentando poco a poco. El agresor siente ira por cualquier cosa que pueda hacer o no hacer, decir o no decir su pareja (por muy insignificante que esta sea) y la culpabiliza de todo, imponiendo su criterio de forma agresiva. En esta etapa, las mujeres se ven sometidas a un maltrato psicológico ejercido por el agresor, que les va anulando como personas: sentimientos de culpa, tristeza, miedo, vergüenza, baja autoestima, ansiedad elevada, etc.
La víctima hace todo lo posible para intentar que esta situación no vaya a más, pero en el fondo sabe hacia dónde se dirige la misma (ya lo ha vivido en otras ocasiones).
Finalmente, esta fase termina cuando la acumulación de tensión es tan grande, que cualquier suceso la detona y explota.
En esta fase, la violencia ha llegado a un punto sin retorno, es decir, se ha convertido en incontrolable, arrasadora, brutal, pudiendo llegar a provocar lesiones irreparables e incluso la muerte de la víctima (maltrato físico).
En esta etapa, la víctima percibe que el maltratador es más fuerte que ella y que no puede hacer nada para defenderse de él (indefensión aprendida): sabe que el poder lo tiene él y esto acabará solamente cuando él lo decida.
El agresor sabe que esta situación “se le ha ido de las manos y que ella está viendo la necesidad de apartarse de él”. El patrón a seguir es: pedirle perdón a la víctima, prometerle que no lo va a volver a hacer y solicitarle que no le abandone y que siga a su lado para ayudarle a conseguirlo.
La víctima le cree y se autoconvence de que ese hombre que tiene en esos momentos a su lado es el hombre del que ella se enamoró y que, si se queda a su lado para ayudarle, él cambiará y no volverá a hacerle daño. Es una etapa de “Luna de Miel” en la que la pareja se profesa cariño, atención, mimos y hacen planes juntos como si se tratase de una pareja ideal.
Esta fase acaba cuando el agresor se siente de nuevo seguro y con el control de la relación, por lo que inicia de nuevo el ciclo de la violencia en la fase 1 de “acumulación de tensión”, pasando a la 2º “fase de agresión” y 3º “fase de calma” y así se repite de forma sucesiva.
Seligman (1975), acuñó este término en referencia a los resultados que obtuvo en sus investigaciones con animales y que, generalizado a las personas, viene a decir lo siguiente:
Cuando el cerebro humano está siendo expuesto a situaciones aversivas incontrolables, aprende que haga lo que haga esto no sirve para nada (incontrolabilidad) y además su creencia es que todo va a seguir igual en el futuro (desesperanza).
La violencia de género es una situación muy compleja en la que intervienen diferentes factores, y parece ser que la indefensión aprendida, puede ser una de las explicaciones del por qué las personas no somos capaces de defendernos: si nuestro propio cerebro nos dice que hagamos lo que hagamos…no conseguiremos nada y además creemos al 100% que esto no va a cambiar nunca y que todo va a ser igual…pues es normal que dejemos de intentarlo.
Recordemos que la indefensión aprendida, tal y como dice su nombre se trata de un aprendizaje y al igual que otros tipos de aprendizaje, este se puede desaprender, tal y como Walker (1979) informó en su trabajo: “para lograr desaprender es necesario dotar de todos los recursos necesarios, informar y orientar a las mujeres que se encuentren dentro del círculo de la violencia”.
Desde estas líneas, me gustaría transmitir un mensaje de esperanza: ¡Salir del círculo de la violencia es posible!
En la práctica clínica, hay frases que se suelen repetir en consulta:
- “Se que lo que me hace mi pareja no está bien, pero es que cuando estamos bien… ¡ESTAMOS TAN BIEN!.. y eso tiene que ser que me quiere".
En primer lugar, es necesario recordar que la persona que te ama de forma sana, NO te hace daño.
-“No dije nada, porque me daba vergüenza contar lo que me estaba sucediendo”.
En segundo lugar, lo que te está ocurriendo, NO es una vergüenza para ti, ni para tu familia, ni para tus conocidos, sino que estás siendo víctima de violencia de género.
-“Seguro que si le doy otra oportunidad, él cambiará”.
En tercer lugar, recuerda cuantas oportunidades le has dado para cambiar y NO lo ha hecho. Eres una persona fuerte y válida, a la que le está tocando vivir una historia que no ha elegido.
Finalmente, te propongo que busques una fotografía tuya de cuando tenías unos 9 añitos, la mires con cariño e intentes recordar cuales eran tus ilusiones, tus sueños, tu alegría de vivir, que cosas te hacían disfrutar, etc. ¿Le dejarías esa niña a ese hombre que te maltrata?
Recuerda a esa niña que nació libre y tiene derecho a sentirse segura, a no sentirse culpable y a ser feliz … ¡cuenta lo que te está ocurriendo y permite que los psicólogos te ayudemos!
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