El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por falta de atención, hiperactividad y/o impulsividad. Sin embargo, a pesar de ser una realidad que afecta al 5% de los niños y al 2,5% de los adultos (APA, 2013), aún sigue suscitando críticas y posturas encontradas. Así, durante las últimas décadas han surgido voces que plantean si es que estos niños se comportan así porque son hiperactivos (si realmente se trata de niños problemáticos que requieren medicación) o simplemente lo hacen porque son niños. (Pérez Álvarez, 2018).
Aún cuando el debate es necesario e interesante para el futuro, el TDAH es un problema muy actual y real para una legión de padres y madres que cada día se enfrentan con largas horas de desmoralizador conflicto familiar para conseguir que sus hijos simplemente puedan culminar tareas tan rutinarias como hacer los deberes, no interrumpir constantemente la actividad de los otros o recordar obligaciones sencillas como ducharse o lavarse los dientes.
Si te identificaste con alguna de las ideas anteriores o si tienes un diagnóstico de TDAH o crees que puedes tenerlo, en este artículo encontrarás algunas claves que podrían ayudarte.
No existe ninguna prueba definitiva ni marcadores biológicos claramente identificables que lo diagnostiquen. Normalmente, se emplean una serie de criterios diagnósticos internacionalmente aceptados como DSM-5 o CIE-11. Por otro lado, existen múltiples trastornos en la infancia cuyos síntomas pueden ser similares a los del TDAH, y que deben descartarse previamente, por lo que el proceso diagnóstico debería hacerse de forma simultánea y coordinada por profesionales de la salud y de la educación, teniendo en cuenta los factores familiares de los menores. (VV.AA., 2017).
Es fácil observar en muchas personas con TDAH conductas como las siguientes:
Si ya recibiste tu diagnóstico, probablemente experimentes muchas situaciones de frustración y recibas pocos elogios. Eso hará que tu autoestima no esté en lo más alto y probablemente te hayas sentido muchas veces culpable. Sin embargo, debes saber que estas dificultades se deben a que el TDAH tiene su origen en un funcionamiento diferente de algunas estructuras corticales de la parte prefrontal del cerebro, que afectan a la capacidad de autocontrol, las acciones de mantener la atención o resistir a los impulsos (internos o externos) y a cómo hacemos para organizar la propia conducta, ya que este déficit provoca una importante dificultad para mantener en la mente los pasos necesarios para conseguir una meta. (Barkley, 2011; Ramírez-Reffay y cols., 2012). No dudes en pedir ayuda un psicólogo para que te ayude en todo lo que necesites.
“Funciones ejecutivas” es la forma en que denominamos a estas habilidades mentales que funcionan diferente en las personas con TDAH. Algunas de las formas en que se manifiestan estas son las siguientes:
Probablemente todo el mundo tenga dificultades en alguna de ellas, sin embargo, lo característico de las personas hiperactivas es que estas conductas se producen con mayor frecuencia e intensidad de lo que es habitual, interfiriendo de forma significativa en el rendimiento en sus actividades familiares y escolares cotidianas. Esto puede hacer que estas personas se sientan desbordadas más fácilmente y requieran un entrenamiento más específico y continuado para mejorar. Pero con ilusión solo es cuestión de tiempo. (APA, 2013; VV.AA., 2017).
De hecho, aunque el TDAH es un trastorno que se prolonga durante toda la vida, multitud de personas mejoran con la edad. Esto no significa que el TDAH se cure solo, sino que, a medida que vamos siendo más conscientes de lo que nos pasa y adquirimos nuevas habilidades para enfrentarnos a los síntomas, conseguimos superarnos a nosotros y vencer nuestras dificultades. Puedes consultar nuestra completa guía sobre el TDAH y aprender todo acerca de este trastorno.
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