Los trastornos de la alimentación son alteraciones de la conducta alimentaria que tienen un origen multifactorial. Tanto la anorexia nerviosa (AN) como la bulimia nerviosa (BN) y el trastorno por atracón (TA) comparten el temor a ganar peso y la dificultad para aceptarse física y psicológicamente. La insatisfacción corporal refleja una profunda falta de autovaloración personal. Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aunque estos trastornos afectan a ambos sexos, son aproximadamente dos veces y media más comunes en mujeres. En España, se estima que la prevalencia de estos trastornos en mujeres de entre 12 y 21 años oscila entre el 4,1% y el 6,4%, mientras que en hombres es del 0,3%-0,7%.
La bulimia nerviosa es un trastorno alimentario caracterizado por episodios recurrentes de ingesta excesiva de alimentos, seguidos de conductas compensatorias inapropiadas como vómitos autoinducidos, abuso de laxantes o diuréticos, ayuno prolongado o ejercicio excesivo. Este trastorno afecta tanto a hombres como a mujeres y suele manifestarse en la adolescencia o en la edad adulta temprana.
En España, se estima que la prevalencia de la bulimia nerviosa oscila entre el 0,4% y el 2,9% según estudios realizados por Hoek en 2016. Sin embargo, es importante tener en cuenta que muchos casos de bulimia no son reportados ni diagnosticados, lo que sugiere que la prevalencia real podría ser aún mayor. Además, es importante destacar que la prevalencia puede variar según los grupos de edad estudiados. La anorexia nerviosa tiende a manifestarse en chicas más jóvenes, generalmente entre los 13 y 14 años, después de la adolescencia temprana, mientras que la bulimia nerviosa suele presentarse alrededor de los 19 o 20 años.
En la bulimia nerviosa, existen dos subtipos que se diferencian principalmente por las conductas compensatorias utilizadas. A continuación, se describen los dos tipos de bulimia nerviosa:
Este subtipo de bulimia nerviosa, se caracteriza por el uso de comportamientos purgativos para compensar los episodios de consumo excesivo de alimentos. Las personas que sufren de bulimia de tipo purgativo suelen recurrir a provocarse el vómito después de comer en exceso. También pueden abusar de laxantes o diuréticos de manera inapropiada para eliminar las calorías consumidas. Estas conductas purgativas se llevan a cabo con el objetivo de evitar el aumento de peso.
En este subtipo, las personas no utilizan comportamientos purgativos como el vómito o el abuso de laxantes. En su lugar, recurren a otros métodos compensatorios para contrarrestar los episodios de sobreingesta. Algunas de estas conductas incluyen el ayuno prolongado, el ejercicio excesivo o la restricción alimentaria extrema durante períodos de tiempo después de los atracones. A diferencia de la bulimia de tipo purgativo, las personas con bulimia de tipo no purgativo no eliminan los alimentos consumidos de manera inmediata.
Es fundamental tener en cuenta que los subtipos de bulimia nerviosa pueden superponerse y no todas las personas se adhieren estrictamente a un único subtipo. Además, la bulimia nerviosa se caracteriza por episodios repetidos de consumo excesivo de alimentos, llamados atracones, seguidos de sentimientos intensos de culpa, vergüenza o disgusto hacia su propia conducta alimentaria.
En el caso de la bulimia, los adolescentes, después de perder el control durante los atracones, recurren a mecanismos compensatorios como provocarse el vómito, abusar de laxantes, diuréticos, ayunar, hacer ejercicio extremo, entre otros. Suelen ocultar esta conducta a sus padres y amigos debido a sentimientos de vergüenza y rechazo hacia sí mismos. Por lo general, su peso se mantiene dentro de lo normal o en sobrepeso. El diagnóstico de la bulimia suele ser más tardío que el de la anorexia. Presentan molestias digestivas, caries y deshidratación grave debido al uso de laxantes, lo cual puede provocar enfermedades cardíacas o cerebrales (SEMG, 2018).
Los síntomas que pueden indicar la presencia de bulimia son los atracones y la ingesta excesiva de alimentos en poco tiempo. La pérdida de control sobre la comida genera una gran ansiedad.
Además de los síntomas psicológicos que pueden manifestarse, como ansiedad, depresión y baja autoestima, también pueden presentarse síntomas físicos como:
Factores predisponentes: incluyen factores individuales y familiares que pueden aumentar la vulnerabilidad a desarrollar bulimia nerviosa. Entre ellos se encuentran rasgos de personalidad perfeccionistas, baja autoestima, historia de trastornos alimentarios en la familia, presión social y cultural relacionada con la apariencia física, entre otros.
Factores precipitantes: son eventos o situaciones desencadenantes que pueden iniciar o desencadenar la aparición de la bulimia nerviosa. Estos pueden incluir eventos estresantes, experiencias traumáticas o cambios significativos en la vida o en la imagen corporal.
Factores perpetuantes: son factores que contribuyen a mantener y perpetuar la bulimia nerviosa a lo largo del tiempo. Pueden incluir patrones de pensamiento distorsionados, dificultades emocionales, estrategias de afrontamiento inadecuadas, influencia de medios de comunicación y presiones sociales relacionadas con el peso y la imagen corporal.
Una correcta evaluación deberá contemplar aspectos físicos como psicológicos y suelen emplearse entrevistas clínicas, cuestionarios o escalas psicológicas, pruebas médicas y evaluación nutricional. El DSM-5 (Diagnostic and statistical manual of mental disorders) señala los criterios a tener en cuenta:
Episodios recurrentes de atracones, caracterizados por ambos:
El tratamiento es un proceso complejo y prolongado en el tiempo, pero es importante recordar que la recuperación es posible, con alrededor del 70% de las personas afectadas superando el problema. No hay un enfoque de tratamiento único y estandarizado, ya que se adapta a las características individuales de cada persona. El objetivo del tratamiento de los TCA es implementar un enfoque integral a través de un equipo multidisciplinario compuesto por diversos especialistas, como médicos, psicólogos, enfermeros, educadores, entre otros.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es el enfoque terapéutico más respaldado por la evidencia para tratar la bulimia nerviosa. La TCC se centra en identificar y cambiar los patrones de pensamiento distorsionados y los comportamientos problemáticos relacionados con la alimentación y la imagen corporal. Esto implica trabajar en la autocrítica, la imagen corporal negativa, la resolución de problemas y el desarrollo de habilidades de afrontamiento saludables.
En general, se busca restaurar y normalizar el peso y el estado nutricional, promoviendo una alimentación saludable y equilibrada. Además, se trabaja en tratar las complicaciones físicas que surgen a raíz de una alimentación inadecuada.
Otro objetivo fundamental es brindar educación sobre hábitos alimentarios saludables, proporcionando información y pautas para promover una relación positiva con la comida y mejorar la alimentación. Asimismo, se busca modificar y mejorar el malestar psicológico asociado a los TCA. El apoyo familiar desempeña un papel crucial en el tratamiento de los TCA.
También, se implementan estrategias de seguimiento y apoyo a largo plazo para prevenir recaídas. Es fundamental mantener un seguimiento regular y contar con recursos de apoyo continuo para garantizar la estabilidad y el bienestar a largo plazo.
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