En este artículo queremos exponer, muy someramente, cómo es el síndrome de Asperger en adultos, sus síntomas, sus dificultades, la sexualidad y el tratamiento. Siempre y exclusivamente desde una visión psicoanalítica.
En las clasificaciones internacionales de enfermedades y trastornos, véase CIE-10 y DSM-5, se considera que el síndrome de Asperger es una modalidad de autismo. Ahora bien, psicoanalíticamente hablando, el autismo y sus variantes son psicosis. Es decir, no son neurosis, y con esto queremos enfatizar que son dos arquitecturas psicológicas y mentales diferentes.
En el caso del que hablamos: autismo/asperger, existe un deterioro de la capacidad cognitiva y del comportamiento social pero no en todas las facetas. Las dificultades de estas personas para la inserción habitual en la vida familiar, laboral o social son evidentes. En los asperger se suele hablar de discapacidad y suele hacerse evidente cuando socializamos con ellos.
El asperger se presenta más en varones, hay estudios, CIE-10, que hablan de una frecuencia 8 a 1 respecto a mujeres. La prevalencia suele estar entre el 1-3% de la población.
En la bibliografía se suelen encontrar múltiples alusiones a causas de todo tipo, desde biológicas, genéticas, ambientales, y otras. Con todas estas posibilidades se suele concluir que en realidad no se sabe cuál es la causa. Y así es, no se sabe dentro de los patrones de clasificación actual, muy enfocada a etiquetar, sistematizar y a basarse en protocolos y financiación asistencial.
Psicoanalíticamente esto no es así. En la psicosis actúa un mecanismo llamado forclusión o rechazo. El sujeto, a muy temprana edad, ha vivido algún tipo de prohibición, amenaza, rechazo o agresión. En estos casos, ese choque ha sido tan intenso, tan traumático, que no puede ni siquiera reprimirlo, simplemente no lo puede entender, así que corta el lazo con la realidad que vivió.
El, o los, traumas no pueden ser simbolizados, es decir dotados de todo su sentido, aunque, a veces, puedan verbalizar lo que ocurrió, pero no procesar sus sentimientos al respecto, pueden describir que “esto me ocurrió y me hizo daño” pero es casi como si leyeran un libro.
Estos episodios ocurren una sola vez o a veces se repiten. El hecho traumatizante no es igual para todos, ni depende de su intensidad, solo depende de la intensidad con que afecta a cada persona. Los humanos no reaccionamos igual ante la misma situación, tenemos que interpretarla. Se necesitan, pues, al menos dos variables, una, que exista el hecho o hechos traumáticos, y dos, que no sean simbolizados, interpretados, por esa mente infantil.
Con el curso del tiempo y ocasionalmente, algo puede activar, aunque sea superficialmente, aquello que tienen oculto y que para ellos es intolerable, entonces la reacción puede ser fulgurante y desconcertante para él y para todos: el brote psicótico.
Como ese trauma es inaccesible y no solucionable sus síntomas y dificultades de comportamiento y adaptación no suelen cambiar. No desaparecen.
R. Chemana en su diccionario de psicoanálisis nos dice: “Hay un repliegue sobre el mundo interno del sujeto, que rehúsa el contacto con el mundo externo”. L. Kanner (1943) dice que el rasgo patognomónico es «la ineptitud para establecer relaciones normales con las personas desde el principio de la vida».
J. Lacan habla de que este corte de simbolización afecta a la estructura mental del sujeto.
Solo la doctrina psicoanalítica sale del impasse continuo en que están inmersas diversas escuelas organicistas y biologicistas. Lo esencial es la dimensión psíquica de esta enfermedad y ello se explica por los argumentos aportados de la ruptura de simbolización en el proceso de desarrollo mental de esos niños. La causa está, haya o no coadyuvantes de tipo orgánico o genético, en que el niño no consigue establecer su conexión con su objeto de amor y apego familiares, con sus padres generalmente, bien porque lo pierde una vez que está estableciéndose o bien porque el adulto no sabe llegar al interior de esa mente infantil que le necesita para establecer su interrelación con el mundo. No hablamos de culpabilidad, esta no existe, sino de falla en la intercomunicación, comprensión y relación afectivo-emocional en esas edades tan sensibles.
El problema suele empezar en edades muy tempranas de la vida, a veces antes de los 12 – 24 meses de edad. En general, los padres relatan una cierta falta de interés en la relación social del niño.
No obstante, el problema no es tan acusado como en el autismo desarrollado. Las personas con asperger, niño o niña parecen integrarse mejor. Incluso algunos se proponen estudiar carreras universitarias o hacer oposiciones. Les cuesta sin embargo dominar todas las áreas, unos no consiguen obtener el permiso para conducir, otros son desplazados en los procesos selectivos y así un largo etc.
Se adaptan más o menos en función de su crecimiento y desarrollo, pero persiste su discapacidad.
En muchas ocasiones no suelen tener dificultad en su lenguaje, nos referimos a comunicar lo que desean. Sí suele ocurrir que su tono de voz es bastante monocorde y repetitivo. A veces hay inflexiones que pueden coincidir con situaciones en las que relatan una cierta agresividad interior, no hacia el mundo exterior. En ocasiones existe abatimiento, retraimiento y crisis de pánico al comprobar su falta de encaje social.
Cuando no entienden la situación grupal en la que se encuentran no suelen intervenir a tiempo ni con la expresión adecuada. Los demás jóvenes los pueden ver desacoplados en sus comentarios.
Todo ello hace que el rechazo de estos chicos y chicas con asperger sea en las dos direcciones, ellos quieren interactuar, pero no son “oportunos” a la hora de sus comentarios. A veces tienen que desarrollar estrategias especiales, como no intervenir hasta que no creen comprender completamente a los demás jóvenes del grupo. Suelen preferir callar, pero sufren con su situación. Utilizan un lenguaje corporal y verbal inadecuado, los demás no acaban de entender por qué no se ríen de los chistes o chascarrillos, y al revés, cuando ellos dicen algo que es gracioso para ellos, el resto del grupo no los entiende.
La pulsión sexual, como no podía ser de otra forma, está presente en estas personas, pero sus posibilidades de una relación sexual plena y habitual suelen estar disminuidas. Esto tiene la misma explicación que lo demás, y se basa en sus dificultades de entablar y mantener una intercomunicación satisfactoria y completa con la otra persona. Suele ocurrir que su deseo sexual está presente, pero no consiguen la pareja que a ellos les gustaría.
El enfoque de la terapéutica varía: desde las escuelas conductistas basadas en el puro mecanismo de aprendizaje-respuesta y su insistencia, creemos que sin sentido, en la modificación de conductas. No es una simple reacción de defensa lo que ocurre en estas personas, aunque esta reacción existe, pero el verdadero fondo está en la ruptura del proceso de simbolización. No es por tanto una mera discapacidad, aunque la haya. No se trata de insistir de que aprendan mecanismos de conducta. Hay que partir de la base de que hay una falla en su entendimiento y aceptación de situaciones sociales y familiares. No se aprende sobre lo que está roto, y no es una pieza recambiable. No son meros robots que aprenden por estímulo respuesta sin cuestionar lo que ocurre en su mente y corazón.
Se puede y se debe, si es posible, establecer una relación de transferencia entre el sujeto y el analista, pero no es fácil de conseguir, y desgraciadamente eso tampoco asegura el éxito.
El abordaje psicoanalítico de las psicosis no está resuelto, y posiblemente no sea factible de solucionar. Hemos de recordar cuál es la causa, y se refiere a esa ruptura simbólica. Una vez instaurada ya no es factible su reestructuración.
Sí podríamos avanzar en restablecer en lo posible el vínculo de lo afectivo, incluso la libido entre el autista-asperger y el entorno en que se encuentra. No todo está perdido, y aún más si conseguimos que se establezca una especie de deseo especialmente con su entorno más cercano, habitualmente los padres y la familia. También sería necesario mantener su autoestima lo mejor posible. Si tienes alguna consulta no dudes en pedir cita con un psicólogo.
La publicación del presente artículo en el Sitio Web de Doctoralia se hace bajo autorización expresa por parte del autor. Todos los contenidos del sitio web se encuentran debidamente protegidos por la normativa de propiedad intelectual e industrial.
El Sitio Web de Doctoralia Internet S.L. no contiene consejos médicos. El contenido de esta página y de los textos, gráficos, imágenes y otro material han sido creados únicamente con propósitos informativos, y no para sustituir consejos, diagnósticos o tratamientos médicos. Ante cualquier duda con respecto a un problema médico consulta con un especialista.