Fernando Ruiz Blanco

Desde siempre tuve claro a qué me quería dedicar.

Me ha ayudado mucho viajar y vivir por sitios tan dispares como Madrid, Londres, Roma, Dubái, Qatar, Pretoria, Cote d`Ivore o Auckland, haciendo que mi currículo profesional sea desde guía de museos como el de Altamira y la catedral de Santander, a guía acompañante internacional o tripulante de cabina de pasajeros.

Este bagaje profesional combinado con mis estudios de grado y postgrado en psicología, me han convertido en un profesional con una amplia visión de los diferentes contextos que una persona tiene que abordar, todos ellos tan versátiles como la sociedad contemporánea. Aportado una gran cantidad de herramientas con las que trabajar en consulta, desde lo personal, a lo emocional y por supuesto académico o profesional.

Cuando en alguna ocasión me preguntan por qué elegí la Psicología como mi profesión, siempre digo que fue ella la que me eligió a mí, y no a la inversa.

Tengo que reconocer que el poder verme como profesional en diferentes ámbitos laborales me han permitido identificar e integrar una parte muy importante de mi esencia como psicólogo. Me refiero a la forma de entender como una persona vive, entiende y gestiona los escenarios tiene que solucionar a lo largo de su vida.

Esta visión de entender la psicología se ha convertido en mi eje angular, la primera piedra con la que construir el camino que el paciente y yo recorreremos juntos.

Sin lugar a dudas mi enfoque es el humanismo, aunque como profesional de la psicología puedo ajustarme a las necesidades terapéuticas del paciente y usar las diferentes herramientas que tiene a su disposición. No obstante, el humanismo me permite entender al paciente como:

Persona única, así como su proceso terapéutico también lo va a ser. Cada persona es un todo, donde se impone un abordaje holístico. Teniendo en cuenta en su conjunto lo sentimientos, pensamientos y conductas.
Es un camino evolutivo, la persona va a tener un espacio donde alcanzar un nivel de consciencia plena.

Me considero muy afortunado al tener una profesión tan bella como exigente. Siempre siendo consciente que cada persona que entra por la consulta lo hace en un estado de vulnerabilidad, y aún así te muestra un gran acto de valentía al abrirse a ti sin apenas conocerte.

Esa valentía inicial se convierte para mí en un nuevo reto que afrontar, un nuevo proyecto que emprender y una sonrisa que de nuevo brillará.

La diferencia entre un sueño y una meta, es la fecha.

Así que tú decides, ¿hoy por la mañana o por la tarde?

Estoy a tu disposición.

Gracias por deteneros a leer este pedacito de mí,

Fernando Ruiz.