Cristina Hierro

En la terapia humanista partimos del enfoque de que la persona ya cuenta con los recursos internos para vivir y realizarse plenamente, pero en mayor o menor medida, fruto de diversas vivencias, de la educación y de los requerimientos que la sociedad nos impone, bloqueamos esos recursos, esa capacidad, no desplegándonos plenamente y surgiendo así el malestar, patología o disfunción.
La terapia se basa en la relación que se establece con la persona terapeuta.
Se genera un espacio seguro, libre de juicio, caracterizado por la empatía y la aceptación incondicional, y el respeto, que permiten experimentar sentimientos, vivencias, ensayar conductas, expresarte, cerrar asuntos inconclusos, conectar con tu propia esencia y poder llegar a ser consciente de las formas en que habitualmente nos impidimos ser autentic@s. A través de la escucha activa se trabaja también en la autocomprensión del origen de estas formas personales de funcionar, fraguadas en las primeras etapas de la vida, que, si bien en su momento tuvieron una función protectora, hoy nos resultan limitantes, empobrecedoras y perjudiciales.
La terapia humanista, en su vertiente integrativa, incorpora gestalt, análisis transaccional, la atención al cuerpo y su energía y gestión terapeutica del duelo. Es una comprensión holística, global, del ser humano y su contexto vital.
Se trabaja a varios niveles (conducta, pensamiento, emoción ). El objetivo es resolver los conflictos en niveles emocionales profundos.
La persona terapeuta no da consejos, resuelve ni dirige la vida de la persona que acude sino que acompaña, facilita el proceso, brinda apoyo y promueve la autonomía y responsabilidad sobre su propia vida y decisiones.
Es una forma de terapia que requiere la implicación y participación activa de quien la demanda, puesto que es ella quien marca la dirección y el ritmo del proceso.