Claudia Scurtu Tura

Soy de los terapeutas cuya prioridad es la persona que tiene delante, única y exclusiva, con sus sufrimientos, recursos, inquietudes o problemas, aunque en vez de problemas, me gusta llamarlos asuntos por solucionar. Me resulta una forma de expresarse menos negativa, centrada en actuar aquí y ahora para conseguir el cambio en el presente y en el futuro. Se nos olvida que la forma de expresarnos repercute negativamente en nuestro estado de ánimo.
La formación en hipnosis y terapia Erickson que tengo, me enseño que el experto es la misma persona que tenemos delante, con sus canales de comunicación y nosotros los profesionales somos quienes acompañan a las personas en nuevos descubrimientos sobre ellas mismas, por medio de las palabras, entonación, gestos, movimientos corporales. En la forma de cómo la persona dice/hace algo, más que en el por qué lo dice/hace. Y eso me trae en la memoria al primer niño de cuatro años, padeciendo Síndrome de Down y TEA y con quien estuve trabajando desde el segundo año de mi carrera. Recuerdo cómo me tiraba al suelo de la misma manera que él, que movía la cabeza a donde el mismo, hasta conseguir su primera mirada: entrar en su universo. También recuerdo los inicios de su proceso de cambio y como utilizando cajas de zapatos aprendió a caminar: como descubría el encadenamiento de sus movimientos, la coordinación de sus esfuerzos, como repartía el peso de su cuerpo sobre sus miembros, como consiguió mantenerse el equilibrio y dar los primeros pasos. Una vez iniciado un cambio, se despierta el entusiasmo para hacer más. Es como una bola de nieve tirada hacia abajo que provoca una avalancha de cambios. Y aquí estoy yo, dispuesta a emprender un camino de descubrimientos y positivismo, al lado de la persona que lo necesite, incluyendo a mis estudiantes también, transformando los síntomas en metáforas de lo que está experimentando en su vida, para su mayor auto-comprensión, bienestar emocional y armonía consigo mismo.