Implantes dentales

Como cualquier intervención quirúrgica, la cirugía de implantes dentales puede causar algunas molestias. Se puede utilizar anestesia local durante el procedimiento, y la mayoría de los pacientes afirman que los implantes implican menos dolor que una extracción dental. Después del implante dental, el dolor leve puede tratarse con analgésicos de venta libre. En general, sin embargo, los pacientes deben esperar que las molestias sean mínimas y temporales.

Existen dos tipos principales de implantes: endoóseos y subperiósteos. Los implantes endoóseos son el tipo más común de implante y suelen tener forma de pequeños tornillos, cilindros o placas. Estos se colocan en el hueso de la mandíbula durante un procedimiento quirúrgico.

Los implantes subperiósteos se colocan debajo de las encías, pero en o sobre el hueso de la mandíbula. Este tipo de implante puede usarse en pacientes que no tienen suficiente hueso natural saludable y no pueden o no desean someterse a un procedimiento de aumento de hueso para reconstruirlo.

Sí, existen implantes dentales sin tornillos disponibles. Estos implantes no requieren un tornillo que se coloque en el hueso de la mandíbula. En cambio, utilizan un tipo de adhesivo para unir el implante al hueso.

Los implantes dentales sin tornillos pueden ser una buena opción para pacientes que tienen una densidad ósea insuficiente para los implantes tradicionales. Además, debido a que no requieren un procedimiento quirúrgico para colocar un tornillo, el tiempo de recuperación puede ser más rápido.

Un implante dental consta de tres partes principales: el implante en sí, que es una pequeña pieza de titanio o material similar que se coloca en el hueso maxilar o mandibular; el pilar o conector, que se une al implante y sobresale de las encías; y la corona, que es la parte visible del diente artificial y se une al pilar. Estas tres partes trabajan juntas para restaurar la función y estética de un diente perdido.

El fracaso de los implantes dentales es generalmente poco común, pero puede ocurrir. Los signos de que tu cuerpo podría estar rechazando un implante dental incluyen un dolor intenso o incomodidad, inflamación o enrojecimiento, dificultad para masticar, que el implante se afloje, que el implante no se fusione con el hueso de la mandíbula y recesión de las encías alrededor del implante.

Si sospechas que podrías estar rechazando tu implante dental, es importante que te pongas en contacto de inmediato con tu dentista.

Si bien los implantes dentales pueden ofrecer numerosos beneficios, también pueden conllevar algunas posibles consecuencias a considerar. Estas incluyen la posibilidad de infección, daño en los nervios y problemas en los senos paranasales. También existe el riesgo de que el implante no se integre con el hueso maxilar.

Además, la obtención de implantes dentales es un procedimiento quirúrgico, lo cual siempre conlleva riesgos como sangrado, infección y reacciones alérgicas a la anestesia.

Los signos de infección en un implante dental incluyen dolor, inflamación y la presencia de pus u otras secreciones. Un implante flojo también puede ser un signo de infección. Si notas alguno de estos síntomas, es importante contactar inmediatamente con tu dentista.

Después de la cirugía de implante dental, es recomendable descansar al menos un día o dos. Esto permitirá que tu cuerpo inicie el proceso de cicatrización. Sin embargo, la cantidad exacta de descanso necesaria puede variar según los detalles de la cirugía y tu salud individual. Tu dentista podrá proporcionarte consejos específicos sobre el descanso y la recuperación.

Si un implante dental falla y necesita ser retirado, el procedimiento suele ser sencillo. Se retira el implante fallido, se limpia la zona y, si es necesario, se realiza un injerto óseo para preservar el hueso para un futuro implante.

Después de un período de cicatrización, generalmente se puede colocar un nuevo implante. En muchos casos, un implante fallido se puede reemplazar por uno nuevo en el mismo procedimiento.