La colonoscopia (o Ileoscopia si se llega a intestino delgado) es una exploración que permite la visualización directa de todo el intestino grueso y la parte final del intestino delgado (ileon terminal) utilizando un tubo flexible que se introduce a través del ano, denominado colonoscopio. Se trata de una manguera flexible con fibras ópticas que transportan la luz al interior del colon y un microchip que recoge estas imágenes para observarlas en un monitor. El colonoscopio tiene uno o dos canales de trabajo que permiten introducir instrumental para tomar biopsias, instalar hemoclips, extirpar pólipos, o incluso extirpar algunos tumores. La preparación del paciente debe iniciarse 48 h antes de la prueba. La primera etapa consiste en una dieta sin alimentos con fibra. Deberá beber abundante líquido de 3 a 5 l. y tomar un evacuante. La parte final de la preparación consiste en 8 h de ayuno previo al estudio. Después de la colonoscopia a nivel abdominal puede sentirse una discreta distensión o incluso dolor leve, pero las molestias desaparecen a medida que se expulsa el gas. Las complicaciones en la colonoscopia son muy poco probables, pero pueden presentarse y deben ser informadas por el equipo médico.