Siro Vaquero Cabeza

Mi objetivo fundamental, como psicólogo ha sido para mí, siempre ayudar a las personas a retomar su vida, de manera que puedan ser capaces de dirigir sus acciones hacia la consecución de sus metas, sus valores. Existen, obviamente obstáculos que nos hacen detener nuestro camino (situaciones que producen ansiedad, momentos de tristeza, abatimiento, etc.) y es en estos momentos en los que un profesional con experiencia y buena formación pueden lograr que se retome ese duro camino de alegrías y penas, como es el de la vida.
Por eso toda mi experiencia y formación la pongo al servicio de este objetivo, utilizando las técnicas que en cada momento sean las más adecuadas para aprender estrategias de afrontamiento que sean útiles en situaciones diversas.
Atiendo a niños, adolescentes, adultos y personas mayores. Dese hace tiempo he dedicado mi trabajo a ayudar a personas con diferentes discapacidades en el proceso de su ajuste psicológico, considerando las dificultades que tienen para superar barreas, tanto personales, como sociales, que muchas veces impiden la realización de acciones valiosas. Mi ayuda se dirige, así mismo, a los familiares de estas personas, puesto que la discapacidad afecta, no solo a la persona que la padece, sino que también puede afectar, en ciertos aspectos, al entorno familiar. Los familiares, en muchas ocasiones, necesitan apoyo emocional para entender y solventar, dentro de sus posibilidades, los problemas que origina la discapacidad.
En el año 1983 se abrió el Gabinete de Psicología y Pedagogía en Oviedo. La psicoterapia ha evolucionado enormemente desde aquella época. De ahí que los profesionales han de actualizar su formación. He buscado siempre los procedimientos más eficaces de atención psicológica, basándome en los avances en la investigación de las leyes que rigen la conducta humana, así como las terapias que han demostrado su mayor eficacia en el tratamiento de los diferentes problemas psicológicos.
Me inclino claramente por la utilización de las terapias contextuales, entendiendo que los problemas psicológicos no se pueden ver como enfermedades, sino como conductas ineficaces a la hora de resolver problemas difíciles o duros que plantea la vida. Cada uno de nosotros tiene unos valores y estos son los que tenemos que aprender a retomar con acciones dirigidas a su consecución. Esto implica estar dispuesto a aprender nuevas estrategias, asumiendo que, en algunas ocasiones, el sufrimiento humano es inevitable.