Mi señora sufrio un ictus hace 5 años del cual no le quedaron secuelas fisicas aparentes, pero si pa
1
respuestas
Mi señora sufrio un ictus hace 5 años del cual no le quedaron secuelas fisicas aparentes, pero si padece de algo que llaman labilidad emocional, esto nos esta causando multiples problemas de conducta y quisiera saber si algun profesional cualificado puede darnos un tratamiento efectivo para lidiar con este problema.
La labilidad emocional es un problema frecuente en personas que se acaban de recuperar de una crisis de enfermedad neurológica degenerativa progresiva, o también de enfermedades que, sin ser progresivas, sino puntuales y estáticas, también pueden haber dejado microlesiones duraderas en el cerebro (por ejemplo, aquellas enfermedades cerebrovasculares que aparentemente no hayan dejado secuelas sensoriomotrices).
Los trastornos de ánimo y de regulación de las emociones tras el ictus son frecuentes y tienen diversas manifestaciones. De los muchos trastornos posteriores al ictus, la depresión, la ansiedad, la incontinencia emocional, la propensión a la ira y la fatiga son síntomas frecuentes e importantes. Estos síntomas son angustiosos tanto para los pacientes como para sus cuidadores e influyen negativamente en la calidad de vida del paciente. Desgraciadamente, estas alteraciones emocionales no son notorias para los atareados clínicos no-psiquiatras, por lo que suelen ser desestimadas como problema. Su fenomenología, los factores de predicción y la fisiopatología no se han estudiado lo suficiente y están poco reconocidos. Además, los ensayos clínicos bien diseñados para tratar estos síntomas son escasos. Afortunadamente, estos trastornos emocionales y del estado de ánimo pueden tratarse mediante diversos métodos, siendo la terapia farmacológica lo más accesible para la mayoría de la gente.
El grupo farmacológico que tiene mayor cantidad de pruebas a favor es el de los ISRS (inhibidores selectivos de recaptación de serotonina), sobre todo el escitalopram, la fluoxetina y la sertralina. Este grupo de fármacos es el que primero se debería probar. No se dan porque haya depresión (puede haberla, pero no se dan por eso): se dan para tratar lo demás.
En el caso de que haya tremenda ira o agresividad se han probado otros tipos de fármacos, pero con menor nivel de pruebas. Uno de ellos es el antihipertensivo propranolol, un antagonista de receptores de adrenalina.
Cuando la labilidad se asocia con fatiga general o grave trastorno atencional, se prueba a tratar con psicoestimulantes como el modafinilo y el metilfenidato.
Se trata de una labor artesanal, personalizada, de ensayo-error cuidadoso, no hay guías clínicas rotundas.
En los servicios de psiquiatría de los hospitales generales suele haber unidades de neuropsiquiatría, de enlace con neurología y de psicogeriatría que se hacen cargo de estos problemas. En el mundo de la neurología, por otro lado, también hay algunos neurólogos que se especializan en la terapia de las disfunciones sutiles tras el ictus.
Las técnicas de psicoterapia conductual también son útiles, pero deben ser administradas por psicólogos expertos en estas áreas.
Los trastornos de ánimo y de regulación de las emociones tras el ictus son frecuentes y tienen diversas manifestaciones. De los muchos trastornos posteriores al ictus, la depresión, la ansiedad, la incontinencia emocional, la propensión a la ira y la fatiga son síntomas frecuentes e importantes. Estos síntomas son angustiosos tanto para los pacientes como para sus cuidadores e influyen negativamente en la calidad de vida del paciente. Desgraciadamente, estas alteraciones emocionales no son notorias para los atareados clínicos no-psiquiatras, por lo que suelen ser desestimadas como problema. Su fenomenología, los factores de predicción y la fisiopatología no se han estudiado lo suficiente y están poco reconocidos. Además, los ensayos clínicos bien diseñados para tratar estos síntomas son escasos. Afortunadamente, estos trastornos emocionales y del estado de ánimo pueden tratarse mediante diversos métodos, siendo la terapia farmacológica lo más accesible para la mayoría de la gente.
El grupo farmacológico que tiene mayor cantidad de pruebas a favor es el de los ISRS (inhibidores selectivos de recaptación de serotonina), sobre todo el escitalopram, la fluoxetina y la sertralina. Este grupo de fármacos es el que primero se debería probar. No se dan porque haya depresión (puede haberla, pero no se dan por eso): se dan para tratar lo demás.
En el caso de que haya tremenda ira o agresividad se han probado otros tipos de fármacos, pero con menor nivel de pruebas. Uno de ellos es el antihipertensivo propranolol, un antagonista de receptores de adrenalina.
Cuando la labilidad se asocia con fatiga general o grave trastorno atencional, se prueba a tratar con psicoestimulantes como el modafinilo y el metilfenidato.
Se trata de una labor artesanal, personalizada, de ensayo-error cuidadoso, no hay guías clínicas rotundas.
En los servicios de psiquiatría de los hospitales generales suele haber unidades de neuropsiquiatría, de enlace con neurología y de psicogeriatría que se hacen cargo de estos problemas. En el mundo de la neurología, por otro lado, también hay algunos neurólogos que se especializan en la terapia de las disfunciones sutiles tras el ictus.
Las técnicas de psicoterapia conductual también son útiles, pero deben ser administradas por psicólogos expertos en estas áreas.
Consigue respuesta gracias a la consulta online
¿Necesitas el consejo de un especialista? Reserva una consulta online: recibirás todas las respuestas sin salir de casa.
Mostrar especialistas ¿Cómo funciona?¿No has encontrado la respuesta que necesitabas? ¡Envía tu pregunta!
¿Tu caso es similar? Estos profesionales pueden ayudarte:
Todos los contenidos publicados en Doctoralia, especialmente preguntas y respuestas, son de carácter informativo y en ningún caso deben considerarse un sustituto de un asesoramiento médico.