Dentro de la etapa eufórica del trastorno bipolar pueden haber síntomas que no son negativos, como

Así es, el trastorno bipolar afecta al estado de ánimo y a su regulación, alternando fases de "euforia" (manía) con fases depresivas.
Durante la fase de "euforia" (manía) hay una exaltación del estado de ánimo, se caracteriza también porque la persona que lo sufre tiende a dormir menos horas, hay mucha actividad, se emprenden muchas cosas, la persona se muestra mucho más habladora; puede realizar alguna conducta arriesgada o gastar mucho dinero. Esta fase maníaca suele terminar con una gran irritabilidad e incluso agresividad.
Este trastorno se regula muy bien con un tratamiento específico que un buen psiquiatra puede prescribir.

En esta fase, es importante ser consciente de la problemática de la misma. Es difícil para una persona que sufre un trastorno bipolar conocer cuando está estable, ya que oscila de depresión a manía y el punto "medio" es muy delicado distinguir.
Para ayudar a la bioquímica y a no abandonar el tratamiento, se recomienda a parte de la medicación prescrita por el psiquiatra, un tratamiento psicológico. Se trata de conocer como reaccionamos en los distintos ciclos, identificar cuando estamos en fase de riesgo y ayudar así a regular la medicación a la vez que regulamos la bioquímica.
Al regular esto, obtenemos una mejoría considerable en los cambios del estado de ánimo, éstos se suavizan paulatinamente.

Probablemente está describiendo lo que se conoce como hipomanía, que consiste en la presentación de síntomas maníacos que no llegan a constituir un grave trastorno. Cuando la sintomatología es francamente maníaca, todo lo que podría parecer positivo, no acaba de plasmarse en logros reales y simplemente es una expresión del estado de euforia que vive esa persona, y que no sólo no es real; sino que puede tener importantes consecuencias negativas para esa persona y para las que le rodean.
Habrá que mantener la precaución cuando se detecte este tipo de situación, para evitar que vaya a más. Es fundamental mantener los tratamientos y los controles, pues llevados por ese desbordado optimismo, es difícil que se sientan enfermos. Y, en ese caso, pronto abandonarán los tratamientos, aumentando las posibilidades de empeorar los síntomas.

No hay nada más arriesgado que vivir.
correr riesgos, apostar, perder, soñar, triunfar y perder, y todos los verbos que se puedan nombrar implican tanto dolores como placeres.
¿Por qué preguntarse en qué etapa se está si maníaca o depresiva?
Un marinero no se preguntaría que tratamiento tomar en una tempestad, porque sabe fluir en la inmensidad del mar.
Sólo es una opinión más, con amor,
Manuela.

Estoy de acuerdo con lo explicado por los compañeros. Simplemente insistir en que los efectos de la fase maníaca pueden ser tan peligrosos como los de la fase depresiva.
Pero a diferencia de estos últimos, durante la fase maníaca o positiva el paciente puede no ser consciente de los riesgos que corre emprendiendo proyectos, ya que no tiene una evaluación del riesgo ajustada.