Dr. Jose Miguel Garcia Gonzalez

Quería dejar un comentario sobre mi experiencia con el médico José Miguel García González, especializado en traumatología, por si puede servir de ayuda a personas que, como en su día me pasó a mí, duden a qué especialista de traumatología ir. En mi primera consulta le expliqué mi dolencia. Su actitud fue desabrida desde un primer momento, aunque intenté ser lo más aséptico que pude, pese a comentarios y contestaciones innecesarias por su parte frente a mi explicación de como percibía las molestias que sentía. En la segunda consulta, cuando salieron los pacientes que tenían la cita justo antes de la mía, cerraron la puerta al salir. Era un matrimonio, hombre y mujer, de unos sesenta años. El hombre me preguntó si yo tenía cita con el médico al que ellos acababan de ver, ya que junto a la puerta del José Miguel linda la de otro médico, a lo que yo asentí. La respuesta del hombre fue poner cara de circunstancia y mover la mano rotando el antebrazo hacia adentro y fuera como queriendo decir «Pues prepárate para la que te espera». También asentí, porque en mi primera cita ya había percibido que se trata de una de esas personas que parece sentir hastío por su trabajo y por el hecho de tener que tratar con gente. No obstante, aún tenía esperanza de que esa actitud no estuviera ligada al hecho de ser un mal profesional. Le llevaba el resultado de una prueba diagnóstica que él mismo me había mandado menos de mes y medio antes, aunque él no recordaba absolutamente nada, ni siquiera si había visto o no esa prueba. Puedo entender que no lo recuerde, pero no que no tenga anotaciones sobre ello. Una vez ve la resonancia, y a pesar de que el radiólogo sí hacía referencia a una anomalía (condromalacia), él ve la resonancia en el ordenador y dice que no aprecia nada fuera de lo normal. Una vez llega a esa conclusión, no me sabe decir absolutamente nada más. Me sugiere que puedo ir a otro médico para ver si él ve algo. Y, mientras le digo que sí que tendré que ir, porque la molestia es algo constante, él me estaba cerrando la puerta en mis narices.

¿Cual es la razón por la que fui a este médico? Vi que era una persona experimentada, y pensé que eso jugaría a favor. Que podría saber por donde venía el problema. En cambio, encontré a una persona hosca y que sintió absoluta indiferencia cuando llegó o quiso llegar a la conclusión de que no sabía qué se podía hacer porque, según él, no me pasa nada. Comprendería que alguien no creyera mi testimonio. Invito a dichas personas a asistir a su consulta y sacar por ellas mismas sus propias conclusiones aunque, eso sí, el tiempo que van a perder y que podrían haber aprovechado en ser atendidas por otro profesional, ya no lo van a recuperar.

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