Dra. Esther Campillo Casado

Médico general, Terapeuta complementario ver más

Puerto del Rosario 2 direcciones

Núm. Colegiado: 350852655

25 opiniones

Experiencia

A los 21 años era una chica que estudiaba tercero de medicina. En la Universidad tenía muchos amigos, era extrovertida, activa, inquieta y siempre estaba ayudando o escuchando a los demás. Me gustaba salir y organizar planes con la familia y amigos.

A los pocos meses empecé a sentirme agotada todo el tiempo y a tener severos dolores de espalda y caderas que hacían que apenas pudiera moverme o caminar con facilidad.

El dolor y la rigidez cada vez eran mayores por lo que empecé a perder vida social: postrada en la cama tenía que anular los planes con mis amigas y ellas no entendían que no tenía energía ni para salir a tomar un café, por lo que dejaron de llamarme. El dolor era tan fuerte que no me permitía pensar con claridad. No podía apenas sentarme en la mesa para cenar con mi familia; eso les generaba frustración y no sabían cómo ayudarme. Me sentía incomprendida y sola porque nadie entendía mi dolor.
Sentía rabia de “por qué me pasa esto a mí?” y me sentía deprimida cada vez que luchaba contra mi propio cuerpo al intentar girar las llaves de la cerradura de casa sin éxito, llorando de dolor en las manos. Sentía vergüenza por pedir ayudar para abrocharme el pantalón. Cada vez podía asistir menos a las clases de la universidad y me sentía frustrada por no saber si podría terminar la carrera.

Después de un largo recorrido por salas de espera y especialistas, fui diagnosticada de una enfermedad reumática crónica llamada Espondiloartritis Axial. “¿Espondi...qué?” “¿el reuma no es de gente mayor?” ¿Por qué a mí? ¿Y ahora qué?”, me preguntaba. Con 21 años eran tantas las limitaciones físicas -a veces mentales también, debido al miedo- que no sabía cómo iba a terminar la carrera, a trabajar o incluso tener una familia. Fueron semanas y meses con brotes, inflamación y dolor que me dejaban postrada en la cama, pasando horas mirando las paredes de mi habitación y con muchos blísteres de medicación acompañando la mesita de noche.

Recomendado por los médicos, tuve que ponerme las pilas y empezar rehabilitación en la piscina. Sólo el hecho de ponerme el bañador me dejaba agotada, por lo que disimulaba hablando un rato con el socorrista hasta que me sentía menos rígida y me atrevía a meterme al agua. Las primeras veces el dolor era tan fuerte que me tenían que recoger en brazos para salir. Pero no me rendí, seguí repitiéndolo cada día hasta que empecé a notar mejora.
La universidad también fue un gran obstáculo; a veces me desmayaba en clase por el dolor intenso de espalda y siempre era la última en levantarme de la silla para disimular mi lentitud. Llegaba a casa coja y llorando del dolor después de una mañana en la universidad. Hice muchos exámenes orales porque no podía escribir, y estudiaba muchas horas en la cama, postrada sin apenas poder moverme. Quise dejar la carrera en varias ocasiones y -pesar de las dificultades en ese momento- más adelante descubriría que seguir estudiando me ayudó a tener un objetivo y no caer en una depresión por la enfermedad.

Casi dos años después del torrente emocional y físico del inicio de la enfermedad, empecé a entender que debía dejar de luchar contra el dolor y aceptarlo como un compañero de viaje. Llegó a mis manos un libro sobre el Yoga y algo empezó a despertar en mí; aunque me movía con mucha dificultad, cada mañana al despertar hacía algunos estiramientos suaves en la cama para poder levantarme con menor rigidez. Cuando el dolor era muy fuerte, a veces bastaba con unas respiraciones o escuchar música relajante para tomar consciencia de mi cuerpo. Durante años lo repetía cada día como un mantra, mañana y noche, y la necesidad se convirtió en rutina, la rutina en hábito y el hábito de nuevo en algo necesario e indispensable en mi día a día. Estirar, respirar, estar aquí y ahora, empezó a ser tan necesario como el comer y el dormir. Siempre llevaba conmigo mi esterilla de yoga: era mi lugar seguro. Yo aún no era consciente de que estaba plantando una semilla que me cambiaría la vida en muchos aspectos.

La práctica de yoga me permitió tener la capacidad de mantener la calma en situaciones difíciles así que, aunque ya quería ser profesora de yoga en ese entonces para poder transmitir a los demás los beneficios del yoga, seguí con mi carrera: durante la preparación del examen MIR dedicaba la mitad del día a practicar yoga, para poder después pasar horas sentada en la silla estudiando y controlar los nervios.
A pesar del miedo a no poder trabajar, me formé como médica y trabajé los 4 años de MIR. Tuve que coger algunas bajas durante el camino, pasé horas llorando y postrada en la cama, y al llegar a casa me iba directa a la cama hasta el día siguiente, a veces sin ni siquiera comer. Pero en ese camino dificultoso, mantuve la práctica de yoga, adaptada a cómo me encontraba cada día, consiguiendo paz interior para superar las dificultades.

El yoga me permitió ganar flexibilidad y aliviar el dolor y la semilla se convirtió en un árbol que me permitía tener más paciencia conmigo misma. Tenía menos miedo al futuro a pesar de las limitaciones gracias al estar presente aquí y ahora, era capaz de adaptarme mejor a los cambios por la enfermedad, y me convertí en una persona más empática ante el dolor de los demás, resiliente y positiva ante las dificultades.

A pesar de seguir con la enfermedad y el dolor crónico, tras muchos esfuerzos y dificultades, logré terminar la carrera de Medicina y especializarme en Médica de Familia.
Entendí que la vida se trata de hacer lo que te apasiona, a pesar de las limitaciones de cada uno, que todas las personas tienen algún tipo de sufrimiento en su vida y hay que ser empático con ellas y, sobre todo, que hay que luchar por los sueños. Por lo que, siguiendo mi pasión, decidí formarme como profesora de yoga y especializarme en yoga terapéutico para enfermedades específicas. Uniendo los conocimientos de medicina con la vivencia de la práctica de yoga durante años que me permitió aliviar el dolor y gracias a mi experiencia personal de superación de la enfermedad, puedo ayudar a las personas con enfermedades reumáticas que pasan por el miedo, la incertidumbre y el dolor crónico, para que puedan tener los recursos que me gustaría haber tenido al inicio de la enfermedad y para que se sientan acompañadas y a que tengan una mejor calidad de vida a pesar de la enfermedad.

Esther.
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Especialista en:
  • Atención Primaria
  • Tratamiento del Dolor

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M
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Gracias a una compañera de trabajo, he conocido a la Dra. Campillo.
Tengo muchos dolores de espalda desde hace mucho tiempo, y he hecho de todo, pero nunca habia hecho ioga terapeutico, y gracias a la Dra. Campillo, estoy notando mucha mejoria.
Lo recomiendo, es increible.
La Dra. Campillo es una gran profesional y sobre todo gran persona.

A
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Dra. Esther Campillo is a Doctor I can only really warmly recommend to everyone who is in search for a Doctor who looks at the whole person and not only an "illness" (and one that speaks very well English :)). Our session was all about letting the tension in the body go and relaxing the muscles and the mind - Dra. Campillo has such a sensitive and empathic way of talking and doing her work, she explains things really well, I'm not used to that when dealing with Doctors, I was very impressed and will be back very soon! I definitely feel like being in really good hands with her.

D
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Localización: CONSULTA PRIVADA (c/ Molinos de Viento esquina con Cervantes y esquina con Bachiller) Yoga terapéutico para enfermedades reumáticas

Tengo una espondiloartritis y severos dolores de espalda. He mejorado mucho el dolor con el yoga terapéutico. Antes tenía miedo a realizar ejercicio físico, pero Esther tiene mucha empatía y paciencia y me adapta las sesiones según como me voy encontrando. Además, como es doctora da mucha confianza. También estoy contento porque estoy empezando a hacer cambios en mi rutina y me ha motivado a hacer estiramientos cada día un ratito. La recomiendo mucho, es muy buena profesora y doctora.

S
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La Dra. Esther Campillo es una gran profesional, se nota por su dedicación en la consulta y su empatía. Con ella han mejorado mis dolores provocados por la Espondilitis Anquilosante, pudiendo hacer poco a poco más actividad y conociendo mejor mi cuerpo. La recomiendo a cualquier persona, ¡especialmente si tiene una enfermedad reumática!

Dra. Esther Campillo Casado

Muchas gracias Sara, ha sido un placer recorrer este camino contigo. un saludo

J
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Excelente professional y mejor persona. Una experiencia sanadora practicar con ella. Desde el saber hacer, cariño y alegria..

Dra. Esther Campillo Casado

Muchas gracias Jordi, eres un gran alumno y estoy segura que mantendrás tu rutina y práctica.

L
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Dra. Campillo excelente profesional, empatica, te escucha, te aconseja y te ayuda mucho. Empezé el tratamiento y muy bien. La recomiendo mucho

Dra. Esther Campillo Casado

Gracias Luis por tus palabras. Nos vemos en la consulta!

J
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La Dra. Campillo me ayudó a mejorar un dolor crónico en la espalda, lo cual me permitió dejar las pastillas que tomaba para el dolor. Convencido, recomiendo el yoga terapéutico de la doctora.

Dra. Esther Campillo Casado

Gracias, Josep. Espero que sigas practicando para mantener tu espalda en buenas condiciones, un saludo.

M
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Esther es una excelente y atenta profesional.
Y además, es una gran persona, cosa muy importante si se quiere se médico.

N
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La Dra. Campillo me ayudó a relajarme y paliar el dolor crónico de mi artritis reumatoide, así como tener pautas de relajación y ejercicio adecuado para mi enfermedad y ansiedad que van mano a mano. También me recomendó qué hacer con el dolor de codos que tengo.
Es una persona con mucha paciencia, que te escucha y muy empatica. Totalmente recomendable!

Dra. Esther Campillo Casado

Gracias Nora, ha sido un placer conocerte y aprender de tu experiencia. Espero que estés mejor de tus codos. un saludo.

A
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Gran profesional y persona. Atenta y respetuosa. Tratamiento super personalizado adaptado a tus molestias. Muy contenta con los resultados!

Dra. Esther Campillo Casado

Muchas gracias. Me alegro que hayas notado resultados positivos, sigue así!

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