Nombres alternativos: Enfermedad de las porquerizas, Fiebre de los cortadores de caña, Enfermedad de Weil, Enfermedad de Stuttgart
La Leptospirosis es una infección contagiosa, rara y grave causada por la exposición a algunos tipos de la bacteria leptospira, que se puede encontrar en los climas más cálidos o en aguas dulces contaminadas por la orina de animales. La Leptospirosis tiene un período de incubación de 26 días, y sus síntomas más significativos son fiebre, escalofríos, mialgia y dolor de cabeza. En algunos casos también se produce tos seca, náuseas, vómitos y diarrea. Entre el 7 y el 40% de los pacientes puede presentar sensibilidad muscular y agrandamiento del hígado, del bazo o de los ganglios linfáticos, dolor de garganta, rigidez muscular, sonidos anormales de los pulmones o erupción cutánea. El diagnóstico se realiza normalmente mediante análisis de sangre para anticuerpos contra la bacteria. Para su tratamiento se suelen administrar penicilinas, tetraciclinas, cloramfenicol y eritromicina. El pronóstico generalmente es bueno, aunque si un caso complicado no se trata oportunamente puede derivar en muerte. Para prevenir esta enfermedad se deben evitar las áreas de aguas estancadas, especialmente en los climas tropicales y, si la persona se encuentra expuesta a áreas de alto riego, éste se puede disminuir tomando doxiciclina.
La Leptospirosis es una infección contagiosa, rara y grave causada por la exposición a algunos tipos de la bacteria leptospira, que se puede encontrar en los climas más cálidos o en aguas dulces contaminadas por la orina de animales. La Leptospirosis tiene un período de incubación de 26 días, y sus síntomas más significativos son fiebre, escalofríos, mialgia y dolor de cabeza. En algunos casos también se produce tos seca, náuseas, vómitos y diarrea. Entre el 7 y el 40% de los pacientes puede presentar sensibilidad muscular y agrandamiento del hígado, del bazo o de los ganglios linfáticos, dolor de garganta, rigidez muscular, sonidos anormales de los pulmones o erupción cutánea. El diagnóstico se realiza normalmente mediante análisis de sangre para anticuerpos contra la bacteria. Para su tratamiento se suelen administrar penicilinas, tetraciclinas, cloramfenicol y eritromicina. El pronóstico generalmente es bueno, aunque si un caso complicado no se trata oportunamente puede derivar en muerte. Para prevenir esta enfermedad se deben evitar las áreas de aguas estancadas, especialmente en los climas tropicales y, si la persona se encuentra expuesta a áreas de alto riego, éste se puede disminuir tomando doxiciclina.