La hepatitis es el nombre genérico que se atribuye al conjunto de afecciones inflamatorias del hígado. La infección se caracteriza por destruir las células del hígado y la presencia de células inflamatorias en el tejido hepático. La hepatitis puede clasificarse en dos variedades según su duración: hepatitis aguda (que duran menos de 6 meses) y hepatitis crónica (que dura más de 6 meses). Además, existen varias causas, clasificadas en tres tipos: enfermedades infecciosas (virus A y E, virus B, C y D, mononucleosis infecciosa Epstein-Barr, infección por citomegalovirus, infección por amebas), autoinmunes (hepatitis autoinmune, hemocromatosis, enfermedad de Wilson) genéticas (fibrosis quística), o por intoxicación (medicamentos, alcohol, drogas, hongos venenosos, etc.). Los síntomas pueden variar según el paciente, en el caso de la hepatitis aguda suele ser asintomático o tener síntomas generales como dolor abdominal, fiebre baja, náuseas, pérdida de apetito, astenia, etc. Cuando pasa a una fase más grave o crónica, el paciente padece ictericia (pigmentación amarilla en ojos, piel y membranas mucosas, así como orina oscurecida y heces más claras) a causa de la insuficiencia hepática. También, el paciente puede experimentar alteraciones vasculares u otras manifestaciones como acné, amenorrea, artritis, dermatitis, anemia, entre otras. El diagnóstico de cualquier tipo de hepatitis se realiza mediante examen físico, análisis de sangre e incluso mediante biopsia del hígado por punción.