La fiebre de malta o mediterránea, es una enfermedad infecciosa con episodios recurrentes de fiebre, debilidad, sudoración y dolores vagos, debida a un microorganismo llamado Brucella que está en las secreciones y los excrementos de vacas, cerdos, ovejas y cabras. Se adquiere al ingerir leche de vaca, de oveja o de cabra o sus derivados (mantequilla, queso) que contengan microorganismos viables (no pasteurizada). También se contagia por contacto directo con secreciones y excrementos de los animales, por lo que es una enfermedad profesional de veterinarios, carniceros, granjeros y ganaderos.
El período de incubación de la brucelosis oscila entre 5 días y varios meses. Los síntomas y signos más típicos son: fiebre y escalofríos, con elevación de la fiebre por las tardes, dolores de cabeza, musculares y articulares muy intensos, estreñimiento, falta de apetito, pérdida de peso y debilidad, aumento de tamaño del bazo, el hígado y los ganglios linfáticos y fiebre intermitente persiste durante semanas. Su tratamiento se basa en la administración combinada y prolongada de antibióticos para evitar recaídas. Generalmente se usan combinaciones de tetraciclinas con estreptomicina.