¿Qué es la epilepsia?
La epilepsia es un desorden neurológico que se caracteriza por ataques recurrentes. Cualquiera puede tener una crisis; sin embargo, una sola crisis no es suficiente para que se diagnostique epilepsia. La epilepsia es uno de los desórdenes neurológicos crónicos más comunes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que en el mundo hay 50 millones de personas que tienen epilepsia (o sea, un 1%). En España, los afectados son unos 400.000.
La epilepsia no es un problema psicológico, no es una enfermedad mental y no es contagiosa. En el cerebro hay miles de millones de neuronas que transmiten señales químicas y eléctricas. Cuando se produce una descarga eléctrica excesiva y repentina que interrumpe la actividad normal de las neuronas, ocurre una crisis epiléptica.
Las crisis pueden alterar el estado de alerta y provocar movimientos involuntarios, espasmos, sensaciones extrañas o convulsiones. La localización de la descarga en el cerebro determina la forma en que se manifiesta la epilepsia. La frecuencia de las crisis varía entre dos extremos muy distantes: pueden ser muy esporádicas u ocurrir varias veces al día. Cuando la persona responde correctamente al tratamiento farmacológico, es posible que viva sin crisis.
Aunque la epilepsia se puede presentar en cualquier etapa de la vida, es más frecuente en la niñez y en la vejez. En el 75% de los casos, los ataques se pueden controlar con la medicación.
¿Qué es una crisis epiléptica?
Los ataques epilépticos tienen su causa en el funcionamiento del cerebro, que de forma repentina produce una descarga eléctrica muy breve, anormal y excesiva. Hay muchos tipos de crisis, en función del área donde empieza la descarga (el foco), aunque luego puede extenderse a todo el cerebro.
La manifestación de las crisis es muy variada: la persona puede sentir pinchazos, olores, sonidos, miedo, distorsión de los estímulos sensoriales, movimientos de la cabeza o de las extremidades, perder la consciencia y convulsiones.
Algunas personas experimentan el aura, un aviso de que en breve tendrán un ataque. El aura se puede manifestar como una sensación extraña en el estómago, zumbidos en los oídos, hormigueo o una intensa emoción. Mucha gente no se da cuenta de que tiene auras hasta que revisa los síntomas de su epilepsia con un médico.
Habitualmente, las crisis duran entre unos pocos segundos y uno o dos minutos. El período que sigue a una crisis, llamado “post-ictal”, varía en función del tipo de ataque, su intensidad y la duración.
Algunos tipos de epilepsia tienen como trasfondo un patrón hereditario. Las más comunes son las que comienzan en la infancia o la adolescencia. Algunas personas con enfermedades raras, tienen la epilepsia como uno entre otros síntomas. Cuando la epilepsia es el único problema, hay una posibilidad muy baja de que se transmita a los hijos.
La principal opción es la terapia con Fármacos Anti Epilépticos. El objetivo es lograr un equilibrio entre el control de las crisis y los efectos secundarios. La medicación debe ser individualizada, y es muy importante que el paciente pueda discutir con su médico las opciones para el tratamiento. Al principio del tratamiento, se puede tardar bastante tiempo en ajustar la dosis antes de alcanzar un resultado óptimo. Pero si se logra controlar las crisis durante cinco años, se puede considerar la retirada de la medicación.