Es una acumulación de pus en la región anal o rectal. La infección de una fisura anal, las infecciones transmitidas sexualmente y la obstrucción de las glándulas anales son las causas más frecuentes de los abscesos anorrectales. Los de tipo profundo pueden ser causados por trastornos intestinales tales como la enfermedad de Crohn o la diverticulitis. Hay factores como la diabetes, un sistema inmunitario debilitado, el sexo anal o padecer una enfermedad intestinal inflamatoria, que aumentan el riesgo de sufrir un absceso rectal. Esta afección se puede presentar en bebés y niños pequeños que aún utilizan pañales y tienen antecedentes de fisuras anales. El absceso aparece a menudo como una protuberancia inflamada, roja y blanda al borde del ano. El tratamiento implica el drenaje del absceso y, si éste es muy profundo, se puede necesitar una cirugía para hacerlo. Los baños de agua caliente suelen ayudar a aliviar el dolor y la inflamación, al igual que hacer que el absceso sea más fácil de drenar. Paralelamente, el médico puede prescribir analgésicos y antibióticos.